Un antes y un después: ’77

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5/3/16 Sala Bikini, Barcelona

El rock, déjate de ostias. El rock es ese estilo musical que vuelve loco a un tipo de sesenta tacos y flipa a un chaval de cinco. Accesible, directo, cañero. Benditos sean los grupos de rock. Si de algo podemos estar orgullosos en nuestro país (a parte del jamón serrano, el vino y Bertín Osborne) es de la cultura rock y de los grupos que de ella han surgido en nuestro territorio. Cierto es que el pop siempre se ha cobrado gran parte de la atención de los medios más populistas pero para eso surgieron otros medios de nombre parecido (juego de palabras solo para pros de la escena). Noche de chupas de cuero, cerveza y melenas (los que todavía pueden, claro). Noche de ROCK.

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Abrían Schizophrenic Spacers con el gran Sergio Martos en cabeza. Qué decir de su recital… brutal. Los de Viladecans son unos monstruos del directo qSspacers2ue se desenvuelven a las mil maravillas ante el público rockero. Un show lleno de energía y referencias continuas a dioses de la escena que hacía las maravillas de la gente que se alegraba de no estar calentando motores en el bar de la esquina. Sea con temas propios o con las pocas versiones que cayeron, los Schizophrenic sacuden de lo lindo sin dejar títere sin cabeza. Lo de Martos es una lección magistral estupenda de qué debe ser un frontman de una banda de rock: voz, actitud… genio y figura. Cuando el colega canta a pelo, sin micro, se te ponen los pelos como escarpias. La banda disfrutó a tope del concierto y eso siempre es sinónimo de goce por parte del respetable. Humor aderezado con riffs rockeros, una manera magnífica de disfrutar de temazos como Sick Minds. Como no, hubo pequeño homenaje a Alice Cooper (si no has visto el tributo que se curra Martos del rey del shock rock, ya tardas) aunque los temas propios fueron los encargados de llenar el setlist del grupo. La verdad es que no se nos ocurre mejor grupo para telonear a los ’77 que volvían a tocar en Barcelona después de una larga espera de dos años. 

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La sala llena hasta arriba y un 77 de bombillas a lo KISS sobre el escenario. Así empezaba el bolo de los hermanos Valeta que presentaban nuevo trabajo y nuevos compañeros de batalla en la base rítmica. No nos engañemos, ’77 siempre han estado bien pero así se quedaba la cosa. Lo de la otra noche no se quedó en ese bien, llegó a ser estratosférico. Un recital de rock de pies a cabeza con una incorporación a las baquetas que es un torbellino (no sé qué edad debe tener pero poca para lo bien que toca). Realmente está a la altura del nivelazo de LG Valeta, misión nada fácil, ya que éste es el monstruo del grupo. Su valía es de otro planeta y sus solos son carne de Angus. Sea encima del escenario o entre el público, es imposible no levantar el puño en alto mientras aporrea su Gibson. 

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Por otro lado, el nuevo bajista parece que haya hecho un cursillo para tocar en un grupo de rock y no salir en ninguna foto mal. Se defiende muy bien y su estética es de 10. Se nota que venían de girar y estaban muy fuertes y decididos para demostrar a aquel sold out que ellos se merecen más que la repercusión que han tenido hasta el momento. Sonaron temas ya clásicos como High Decibels, Big Smoker Pig o Stay Away From Water y nuevos temas de su último trabajo. 

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Por si eso fuera poco se marcaron un par de versiones de campeonato del We Will Rock You y del The Hammer de Motörhead (ni el Ace of Spades ni el Overkill, eso ya dice mucho de su bagaje musical). Armand Valeta siempre estuvo a tope liderando la banda e incluso sincerándose como cuando argumentó el por qué de la elección de su homenaje a Lemmy («somos frikis hasta para eso») o lo difícil que era tener una banda de rock. Porque lo que nos mola mucho de los hermanos Valeta es que son muy buena gente y consumidores de música como el que más. Es un clásico verles por las tiendas de discos de Barcelona comprando y viviendo su pasión. Como ellos mismos reivindicaron en su concierto hay que comprar música. Ese grito de «vinilo, vinilo…» fue épico. Gracias por sentir la música en plenitud. Gracias por rockear así. Larga vida a ’77.

Crónica y fotos: Sergio Pozo