Y el tiempo no pasó: Jack Oblivian

18/09/14, Rocksound, Barcelona

La buena música no siempre va acompañada de un gran escenario ni de un desproporcionado atrezzo o performance. Esta vez tocaba música añeja con puesta en escena simple. Un cara a cara sin trucos. Parece no haber pasado el tiempo para la música de Jack Oblivian.

 

Jack Yarber probablemente no pase a los anales de la música (no nos engañemos, serán muy pocos los que lo hagan). Probablemente no firme muchos autógrafos por la calle. Probablemente no reciba muchos premios por su trayectoria. Pero la buena música no siempre es sinónimo de riqueza, admiración y privilegios sociales.

 

Jack Oblivian

 

Se encargaron de abrir el bolo The Sheiks sin el bueno de Jack. Una buena manera de caldear el ambiente, aunque cierto es, que con el frontman aquello cogió mucho color. Este hombre desprende Rock Garagero allá donde va. Con esa actitud, esa imagen y esos ritmos parece que retrocedas décadas en el tiempo aunque los temas ejecutados correspondan a un álbum editado hace apenas tres años. El público necesitó únicamente un par de minutos para entrar en materia y darlo todo agitando sus caderas al ritmo de maravillas como Crime of Love, Old Folks Boogie Girl On The Beach. Más intimista se ponía todo con Dark Eyes o cuando el de Memphis mostraba su faceta más rigurosa con ya clásicos como Black Boots. Oscuridad, decibelios, chupitos y rock. A medida que la noche avanzaba más retrocedías a bordo de esa máquina del tiempo llamada Jack Oblivian.

 

Jack Oblivian

 

Recuperando temas de su etapa con The Tennessee Tearjerkers sonaron cortes como Knick the Knife Golden Age. Quizás los momentos de más desenfreno fueron cuando se aceleró el tempo del directo con los temas de la parte final del bolo con trallazos como Milkshake Baby. Un buen directo que, tranquilamente, podría hacer sold out en una sala media pero que, en cambio, es rotundamente un ejercicio de minorías ¿Cuál es la frontera? Quizás la frontera la marca el propio Jack con esa sencilla furgoneta en la puerta del local o bebiéndose esa lata de cerveza de marca blanca en la barra.  Lo que está claro es que no hace todo esto por dinero, y eso, en los tiempos que corren, es cuanto menos admirable.

 

Crónica y fotos: Sergio Pozo

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