30/06/15 Sala Apolo, Barcelona
Imelda ha confirmado con esta gira que está en un punto óptimo de su carrera, más madura y segura que nunca. Y si ante la irregularidad de su último disco, y su paso en falso por el Cruïlla del año anterior (quizás el marco de un festival no es el ideal para ella, necesita de más cercanía y calor humano), creó dudas, ahora se revela como una de las mujeres más interesantes del panorama musical actual.
No hablamos solamente de la escena rockabilly, en estos momentos la etiqueta a ella se le queda corta, Imelda tiene madera de artista global. Sólo falta que en su siguiente propuesta discográfica atine más el tiro, no sé aún si reforzando lo que ya conoce o bien dándole la vuelta al asunto, ahí deberá hacer caso de si misma, de sus sensaciones, y así decidir cómo obrar. 
Eso sí, en cuanto a sus directos no tiene que retocar nada, la propuesta está afianzada y sabe la manera cómo tiene que ejecutarlos. Quizás en estos momentos sea menos explosiva que al principio, ejerce más de maestra de ceremonias, está atenta a sus músicos (su batería es un portento), al público (le dedicó una canción a un niño que cantaba todas las canciones y que con dos botellas de plástico hacía que tocaba una percusión) y lleva la actuación a su terreno, moldea y después interviene, te seduce con sus guiños sensuales y el estado de ánimo te lo refuerza si estás bajo de moral. Cuando llegan Johnny Got A Boom Boom o Psycho, poco importa lo que suene, ya ha ganado por goleada. Y como premio a la lealtad de sus fieles, una versión magnífica sentada encima del contrabajo de Bang Bang de Nancy Sinatra, y enganchada otra relectura con las ínfulas de un bonito sueño de ABBA. Lo dicho, una Reina.
Crónica: Toni Castarnado
Fotos: Fernando Ramírez