08/02/15, Sala Apolo, Barcelona
Mirada al frente. Como volverse un referente para la música indie de tu país sin quererlo. Como hacer un discazo como Oh, Rompehielos sin meditarlo. Como recuperar un grupo de juventud sin desearlo. Como poner las bases para un grupazo como Mourn sin pretenderlo. Como ser humilde y triunfar tanto. Ramón Rodríguez puedes mirar tranquilo hacia delante. Puedes estar orgulloso de lo logrado hasta ahora. La noche del pasado domingo fue preciosa.
No sorprendemos a nadie cuando afirmamos que somos fieles seguidores de Mourn. Fue escuchar Otitis y enamorarse «a primera oída». Esa mezcla entre inocencia y decisión nos fascino. Escuchamos el resto de su trabajo de debut y nos volvimos locos. La otra noche era clave y la satisfacción fue brutal. Me parece difícil de asimilar que un grupo de adolescentes pueda tener esa presencia tan completa sobre un escenario. Ni un segundo de fragilidad ni duda. Un saber hacer que quizás debamos pensar que es innato… ¿o quizás se tomen esto muy en serio y ensayen horas y horas en su local de ensayo? Y es que en realidad, qué más da el motivo. Lo realmente importante es el resultado y éste es fascinante. Lo cierto es que los cuatro disfrutan con esto y eso se nota a leguas.
Cuesta de entender como alguien que apenas era una niña en la década de los 90 puede sonar tan grunge. Influencias claras como Nirvana, PJ Harvey o Sonic Youth las chicas van muy fuertes. Suenan muy auténticas y su set list estuvo cargado de buen gusto y equilibrio. Tienen temazos bestiales como Your Brain Is Made Of Candy, la musculosa Otitis o temas descarados como Misery Factory que en directo maravillan por su rabia desgarradora.
Leia bajo en mano es un amor. Su situación centrada en el escenario es ideal. Fluye y parece que lleve años tocando en directo. En cambio, Jazz y Carla se muestran más vigorosas y asalvajadas. Juntas hacen un tridente demoledor que reta a la experiencia de otros. Para nada se queda atrás Antonio. Su base rítmica es vital para el trío femenino y sabe poner en todo momento el énfasis necesario. Por otro lado, su feeling con el público es perfecto. Desprenden sinceridad y cercanía con sus comentarios acertadísimos como cuando hablaron del título de sus temas o adelantando información de su próximo EP. Sin duda alguna, lo llevan en la sangre y no van a triunfar. Están triunfando.
Después de aquel recital sólo quedaba esperar a que Madee rematara la faena. El tiempo, a veces, hace justicia y es en la actualidad cuando se empieza a tener en cuenta a formaciones como ésta. Bajo nuestro punto de vista el público debería estar más atento a maravillas nacionales como las que ofrece Ramón, sea en el formato que sea. Lo de los catalanes fue una demostración de genialidad y de elegancia. Una manera de recordar lo bueno de aquel grupo que sólo vino a devolver a algunos lo que nos quitaron.
Quizás Orion’s Belt no es el mejor disco del mundo pero esconde más de lo que a simple vista parece. Ese pop melancólico hiere mucho cuando se recibe en directo, aprieta, muerde, arrastra a tus sentimientos y eso es finalmente lo que cuenta en la música. Lo que te evocan esas canciones, los recuerdos a los que te conduce Clumsy, la genial melodía de Polonium que esculpe vivencias en tu cabeza…
Y no sabemos si habrán tocado mucho más esas canciones desde sus años mozos pero la pasada noche sonaron mejor que nunca. Su directo fue espectacular: bonito, emotivo, sencillo… El líder de Madee debió dormir más ancho que largo convencido que el trabajo estaba bien hecho después de ver a un montón de gente coreando sus temas más míticos mientras sus hijas quemaban los nervios de su actuación moviendo enérgicamente sus melenas en primera fila, realmente una de las estampas más bonitas que ha visto un servidor en un concierto. Quizás la vida te esté devolviendo aquello que en su día te quitó. Quizás a ellas les sobra lo que a ti te faltó. Quizás… sólo quizás.
Crónica y fotos: Sergio Pozo