31-7 al 2-8/14. Viveiro, Lugo
Así es el Resurrection Fest: una cita obligada. Después de nueve años de trabajo el festival gallego se posiciona como el mejor festival de música extrema de la península. Y es que, cuando algo está hecho con cariño y dedicación, el tiempo te da la razón.
En el Resu se ha trabajado mucho y muy bien. Han cuidado hasta el último detalle con delicadeza: acústica de los escenarios, accesos, merchan, precios… Han creado una marca que tienes presente todo el año. Todo, absolutamente todo, parece estar controlado por sus organizadores. El ambiente del festival es excelente. La música cañera no es sinónimo de convivencia negativa. Fair play musiquero que empieza con el respeto mutuo entre los asistentes y acaba con el buen trabajo de los encargados de la seguridad.
La gente puede disfrutar de diferentes actividades como el concurso de Monster Energy (el ganador se llevaba una guitarra firmada por Angelus Apatrida), el sorteo de las Arnette de Slayer, los chupitos y los premios de Jägermesiter o el concurso de vinilos firmados por bandas que organizábamos nosotros mismos junto a la gente de Rockzone.
Este año, dando más pasos adelante han iniciado su propuesta con el Resu Kids, una especie de «casal rock» que esperamos haya sido una experiencia fructífera. Los más pequeños podían disfrutar de actuaciones especiales para ellos, visitar el backstage y demás zonas del festival, ver actuaciones desde el escenario y darlo todo mientras sus padres disfrutaban por su cuenta. La cara de los niños mostraba una alegría considerable.
Todo ese conjunto de actividades junto con positivismo de los asistentes, la buena organización general de festival y la belleza del paraje; hace que esos días en Viveiro sean el mejor Spa del metalhardcore que te puedas imaginar. Risas, mosh pit, respeto y mucha fiesta. Así es el Resu.
Entrando ya en materia, el primer día fue de una calidad considerable. Empezamos disfrutando del agradable directo de Minor Empires para pasar a los hombres del pántano Red Fang. Los americanos sorprendieron a más de uno con su stoner crudo y sin concesiones. No es fácil tocar a las seis de la tarde y se defendieron más que bien. BackTrack dieron un concierto típico Resurrection Fest: agresivo y alocado. Los lanzamientos de micro de su frontman pasarán a la historia. Mucho circle pit, empujones, gritos y desfase. Se notaba que era el primer día y la gente tenía fuerzas sobradas. Crowbar se sintieron muy cómodos con un set list que iba directo al grano. Apenas 45 minutos de sludge metal denso y sin fisuras. Mucha garra y crudeza con un Kirk Windstein al frente que se muestra como el líder ideal.
Los suecos Amon Amarth volvieron a dar una lección de épica con un directo contundente. Son todo un clásico en la escena del metal vikingo y saben muy bien lo que hacen. Con una intro eterna y más sobrios de lo que nos tienen acostumbrados (únicamente una imagen de la portada de su último disco les amparaba) dieron lo mejor de ellos repasando su último trabajo de estudio y tocando himnos metaleros como War of the Gods, Asator o Twilight of the Thunder God. Los británicos Architects fueron los encargados de inaugurar el horario nocturno del festi y lo hicieron con una fuerza aplastante con su metalcore. Ya con Gravedigger aquello era una locura. Una hostia en toda la cara que se pasó como un suspiro. Bestiales.
Preparados para ver a uno de los cabezas de cartel nos trasladamos al escenario principal para ver a Megadeth. Si bien empezaron como una bala acabaron cansando con un volumen ultrabajo. Un Mustaine más pendiente de su pelo que de su guitarra y una propuesta algo descafeinada comparada con el resto de cartel. Quizás como reclamo para el público fue un acierto pero no acabó de encajar en la propuesta del Resu.
No será por su puesta en escena, trabajada y llamativa con tres grandes pantallas. Pero la garra característica del líder de Megadeth se fue desvaneciendo a medida que avanzaba el concierto. Después de lo presenciado en sus últimos directos esperábamos mucho más. Lo mejor: el público.
Y justo al contrario nos ocurrió con High On Fire. No esperábamos mucho del trío y dieron el bolo del día (por no decir del festival). Horrores me costó no mandar la cámara a la mierda y tirarme al público poseído por aquel frenesí diabólico (y debería haberlo hecho porque no sé qué hice con las fotos de este despropósito). Un torrente de rabia, contundencia y agresividad que se concentró en la carpa del Ritual Stage y salpicaba a todo el mundo sin piedad ninguna. Ya su primer tema, Fury Whip, fue una patada en los cojones que te dejaba claro que aquello iba a ser algo brutal. Un viaje decibélico perfecto con la voz de Matt Pike algo difusa (como nuestro cerebro) y con los de Oakland siempre llevando el tempo del bolo a la perfección. El trance espiritual llegó a lo más alto con momentos que pasarán a la historia como su paleolítico Rumors of War o su cierre con Snakes for the Divine. Eso es un concierto y lo demás son tonterías. Apenas sin aliento corríamos para ver a Kreator. Tuvimos tiempo ya que tenían algún problema técnico (para variar, pobres siempre les pasa algo). El retraso fue solventado con un sonido excelente, mucho mejor que el resto de bandas que pasaron por el escenario principal. Thrash old school sin pudor que Petrozza sabe llevar con mucha convicción. Siempre que ves a los alemanes te quedas alucinado con su calidad y su aplomo en el escenario. Y lo mejor de todo es que tanto sus temas más recientes como los clásicos son grandes canciones: Phantom Antichrist, Hordes of Chaos, la canción pop del trash Phobia, Enemy of God I I y el típico final bestial con Violent Revolution, Flag of Hate y Tormentor.
Un arma de doble filo del festival es su intenso horario. Es por ello que decidimos empezar la segunda jornada del festival a media tarde. Nos dio rabia sacrificar a algunos grupos, sobretodo la media hora incendiaria que regaló Angelus Apatrida a su público con David Álvarez recién operado, guitarra en mano, sentado en un taburete. También nos hubiera gustado escuchar a Anal Hard ya que hablan muy bien de los del Maresme. A Wilhelm Scream dio un buen show. Ya en su visita junto a Pennywise nos gustaron. Su hardcore melódico es ideal para calentar motores para el resto de día que nos esperaba, cargado de death y black metal. El clásico del punk, GBH, saltó a escena con ganas de comérselo todo. Suerte de la actitud porque a nivel musical… Apenas cuatro temas bastaron para quedar rendidos ante el potencial de Skeletonwitch. Cierto es que necesitaron medio concierto para sonar del todo bien pero ecualizar aquel sonido no debe de ser sencillo. Garnette se mostró hiperactivo y fue, sin duda alguna, la clave del éxito de los americanos.
Y si éstos se lo curraron lo de Suffocation fue de 10. Una animalada de puesta en escena defendida por un Frank Mullen inspiradísimo y un bajista, Derek Boyer, que dio una clase magistral. La gente lo dio todo como si fuera el último concierto del festi y no era para menos. Apocalipsis general con Effigy of the Forgotten. Menuda sangría musical.
Apenas unos minutos y cita con Down. Máxima expectación ante uno de los cabezas de cartel que seguro no iba a dejarnos indiferentes. Realmente Phil Anselmo estaba contento, no sabemos si por tocar en el Resu o por haber conocido a Pilar Rubio en la zona de prensa, pero estaba feliz. Bromeó con los cámaras, hablo con el público… Si tienes en mente el Anselmo de Pantera mejor que te vayas a por una cerveza y te estires en el césped porque los años pasan para todos. Cierto es que su set list no era el más adecuado ya que, como es normal, muchos temas eran de su último disco. También es cierto que durante un buen rato tocaron a oscuras debido a problemas técnicos. Pero, aún así, los tipos dieron un buen recital donde brillaron hits como Witchtripper o Stone the Crown.
Y si todavía no tenías bastante toma Converge. Otro despropósito monumental en la carpa y ya van unos cuantos. Los de Jacob Bannon tienen una fuerza inusitada en directo. Aquello se asemeja más a una pelea de boxeo que a un concierto. Pusieron todo patas arriba desde el minuto cero. Todavía estaba su frontman calentando a saltitos en un lateral del escenario, cuando toda la jauría de leones congregada allí fuera gritaba desconsolada. Un sonido terroríficamente bonito, velocidad endiablada, fuerza en estado puro. La gente como loca con Concubine, menuda bomba. Realmente, una lección para los grupos que hasta el momento habían pasado por el escenario principal.
Llegó el momento de sufrir con NOFX. Ya sabemos que los directos no son su fuerte. Siempre he dudado si realmente son unos punkis que pasan de todo o nos toman el pelo. Les he visto hacer de todo encima del escenario menos tocar. En el Resu todos los grupos con sus mejores galas escénicas y ellos con un cartel tamaño DIN-A3 colgando con dos cuerdecitas.
Como siempre, mucho hablar y poco tocar. Que si los políticos, que si España es bonita, que si el públio mola… santa paciencia. Suerte del bueno de Eric Melvin que cuando está hasta las narices de El Jefe y Fat Mike empieza a tocar y… ya seguiréis el tema como podáis. Además, el repertorio… es que hacen lo que les da la gana: ni Don’t Call Me White, ni Lori Meyers… al menos tuvieron el detalle de tocar The Shortest Pier del desaparecido cantante de NUFAN.
Un detallazo por parte de la organización reservar un sitio para Watain. Que el black metal tenga su espacio en Viveiro es una triunfada. No sería la primera vez que programan en un festival a un grupo así a las siete de la tarde así que, de nuevo, otro hurra por la crew del Resu y el haber puesto el bolo pasada la media noche. Así es más fácil contactar con el diablo y otros enseres del subsuelo.
Sonido monstruoso, puesta en escena infernal y caras de perplejidad por parte de algunos personajes del público ante semejante espectáculo. No seamos injustos. Detrás de esa puesta en escena tan cuidada se esconde un metal portentoso y bizarro que hay que saber desgranar. Escupe y deja sentir el mal en tu interior.
Otros que dieron el Do de pecho fueron Sick Of It All. Después de tantos años y el escenario principal se les quedó pequeño. Otra lección de humildad. Un show muy enérgico que hizo las delicias de los más atrevidos: carne humana en forma de mosh pit. Lo de Peter Koller es de otro mundo. Su estado de forma es inhumano, más cercano a He-Man que a un mortal. Hardcore con todas las letras, más puro que el diamante. Un directo rápido y sin concesiones donde sonaron temazos como My Life, Scratch the Surface o la enorme Step Down. Porque no olvidemos que esta locura empezó, entre otras cosas, por culpa de los americanos y ellos son conscientes de su papel en este su festival.
Para acabar con la crónica del segundo día me gustaría tener unas palabras para el brutal tributo de Pantera que se curran Display of Power. Pedazo de karaoke del trash metal. Nivelón.
La tercera jornada fue dura, muy dura. La lluvia no dio tregua y tuvimos que refugiarnos en la música para poder aguantar el aguacero. Por falta de previsión no llegamos a ver a nuestros queridos Hamlet ni a Havok, un error imperdonable que intentaríamos subsanar con Gallows. Fan de los ingleses desde el primer día, nunca había podido verlos en directo (en Londres me hicieron escoger entre ellos y Faith No More, tampoco jodamos). Con el hándicap de haber perdido a su frontman inicial, que era un jabato, irrumpieron en el escenario principal con ganas de liarla parda. Y lo hicieron. Su vocalista interpretó junto a no sé cuántas personas más los tres primeros temas. Empujones, alaridos… todo muy hooligan (que bien). Tengamos en cuenta que material tienen. Sus tres discos son buenos, en especial Orchestra of Wolves. El final con el guitarra pasando de manos en manos por encima de la gente y todos gritando «The hardest thing you’ll ever learn, is just to love and be loved in return», para enmarcar. Eso sí, tengamos en cuenta que la frase lapidaria no es de ellos.
A medio camino de Parkway Drive y Architects encontramos a Bury Tomorrow. Los ingleses se mostraron robustos e hicieron las delicias del público más joven que coreaba sus temas como si fuera el último día de sus vidas. Apenas poco más de media docena de cortes en cuarenta minutos que nos dejaron con ganas de más.
La pared ultrasónica de Gojira pudo hasta con las nubes. Nunca mi cuerpo había desafiado tanto a la ley de la gravedad echando fotos en el foso. El directo de los franceses es realmente mágico, incluso tántrico me atrevería a decir. Nunca me habían llamado la atención estos tipos hasta ahora. Su directo es realmente portentoso, primitivo. Forman un núcleo impermeable que se fusiona con el público a medida que avanza el show. Joe Duplantier es un chamán en toda regla, el típico que te dice que te tires del balcón y obedeces sin rechistar. Su hermano Mario a la batería una bestia parda que hace retumbar los cimientos de la Tierra sin compasión. Magníficos, grandes, sublimes.
Momento de frescura con Caliban. Sí, sé que suena raro pero después de la aplastante actuación de los franceses los germanos entraban la mar de bien. Cosas del Resu. En apenas dos temas su líder estaba entre el público de la carpa como uno más. Una fusión metalcore-hardcore muy fácil de digerir que hizo vibrar al respetable. We are the Many, Devil’s Night, Your Song… realmente estos conciertos de 45 minutos benefician mucho a este tipo de grupos, siempre te dejan con ganas de más.
Five Finger Death Punch fue otra de las sorpresas del día. Y es que, realmente, los californianos ganan mucho en las distancias cortas. La voz de Ivan Moody es deliciosa y el feeling que el público tomó con la banda espectacular. Su sonido era verdaderamente bueno y la pena era que la lluvia no paraba. Ninguno de los miembros de Record Store Day presentes era fan de la banda y absolutamente todos claudicamos ante el saber hacer de los metaleros americanos. Tal vez tienen un punto comercial que te puede echar para atrás pero más de un grupo que pisó el escenario principal hubiera pagado por sonar así de bien. Llegaba el trío terrorífico: Obituary, Testament y Carcass. Que os vamos a contar que ya no sepáis. Entrada ya la noche, lloviendo sin parar, una carpa a reventar de gente… y Obituary al acecho: conciertazo. Parece mentira como una banda con una trayectoria tan larga suene tan actual. Envueltos en todo momento en la oscuridad más lúgubre. Con Infected entramos en el subsuelo, con Slowly We Rot en las entrañas de las tinieblas. Menudo homenaje al death metal, sí señor.
Testament lo tenían mal porque justo cuando empezaron ellos se inició el diluvio. Al mal tiempo, buena música. Aunque al principio a la gente le costó un poco acudir, llegó un punto en el que barro y el público eran todo uno. La gente sucumbió al poderío de los californianos, a los que vi más inspirados que nunca. Dieron un buen repaso a sus temas más emblemáticos como Over the Wall (menudo trallazo) o D.N.R con canciones de su último disco The Dark Roots of Earth.
Justo cuando estaba a punto de acabar nuestra paciencia con el tema agua, como por arte de magia arreció un poco y pudimos gozar con la actuación de Carcass. Mucho esperábamos y mucho nos dieron. Un concierto sublime, con un set list equilibrado y un sonido excelente. Su telón de trasfondo, réplica de la portada de su último disco, dejaba claras sus intenciones. Una disección exhaustiva del death metal con la que pudimos entender con facilidad porque en su día los señalaron como precursores del grindcore. La intro con 1985 ya te hacía estremecer.
Con una camiseta la mar de bonita, versión satánica de Jägermeister salía Jeff Walker dispuesto a romper con todo. Y es que con aquel sonidaco lo tenían todo para salir por la puerta grande. Empezar con Buried Dreams de su disco Heartwork fue toda una señal de victoria. La carnicería seguía con otra mirada atrás: Incarnated Solvent Abuse (vaya bataca por Dios). Otros hubieran empezado por los temas de su último trabajo, ellos marcan sus propias reglas.
Una técnica fuera de todo lugar con un Bill Steer magnífico, una manera de controlar el ritmo del concierto muy inteligente, un control de las tablas alabable. Una brutalidad de concierto del que todavía nos estamos recuperando. Los británicos están mejor que nunca.
Y ahora es cuando más de uno se enfadará con nosotros porque sabemos lo que significan Turbonegro. Cierto es que dada la hora a la que nos encontrábamos, el barro, la predisposición de la gente… aquello fue una bacanal. Otra cosa es a nivel musical. Su directo siempre ha dejado que desear y se echa demasiado de menos a Hank Von Helvete. Pero de nada sirve la música sin actitud y los noruegos saben jugar bien sus roles.
Fiesta, despiporre, disfraces, alcohol, rock, temazos… todo bien mezclado y te sale una bacanal bajo la lluvia para cerrar el festival por todo lo alto. Y si la gente se lo pasó en grande quienes somos nosotros para decir que aquello estuvo mal. Tienen cojones para acabar más tarde de su hora teniendo a Lagwagon esperando encima de su escenario con caras de circunstancias, de hacer una cover de Money for Nothing de Dire Straits y de acabar el show con I Got Erection (y los miembros de Lagwagon claudicando y cantando el estribillo). Ole por ellos.
Sintiéndolo mucho (sobretodo por Gigatron de quienes nos hablaron maravillas al día siguiente) vimos a Lagwagon y cerramos nuestra aventura acuática en el Resu. Siempre adoraremos a esta banda que después de no sé cuántos años sigue dando unos conciertos dignos de mención. Joey Cape es un profesional como la copa de un pino (no sé si es la mejor comparación, pero bueno) y en general siguen sonando muy bien. Sus temas suenan actuales y frescos: Making Friends, Alien 8, Violins, Island of Shame, Razor Burn, Sleep, Bomb Away… obras maestras del hardcore melódico que merecería la pena alabar antes de ser demasiado tarde como ocurrió con su colega, el desparecido Tony Sly, hacia quien tuvo el detallazo de dedicar la cover Exit.
Nos vamos por donde vinimos, orgullosos de compartir con la gente el mejor festival de música cañera del país. Sin importarnos en absoluto haber hecho 1.000 km. Porque el que va al Resu vuelve. Es mil veces mejor que acudir a un Spa, relajado es poco. Arriba Viveiro!
Crónica y fotos: Sergio Pozo