Dos punks muy punks: Slaves

16/08/14, Razzmatazz, Barcelona

Los descubrimos teloneando a Blood Red Shoes y fue amor a primera vista. Un flechazo punk en toda regla que nos hizo recordar esa agradable sensación de no tener ni idea de quién tienes delante y acabar comprándote el disco. Slaves son dos bestias pardas.

 

El formato tocar a las 3 de la mañana mientras todo el mundo está de fiesta y el 90% de los asistentes no saben que vas a tocar debería asustar a cualquier músico. Slaves no saben qué es el miedo. Son un ejemplo de lo que muchos grupos quieren ser y no consiguen. Visceralidad, energía a raudales, baquetazos, gritos. Hacer lo que te gusta sin pensar si gustará. Punk garagero en estado puro, buscado y anhelado por muchos y, realmente, alcanzado por pocos.

Slaves

Y la mala hostia llegó al público. Tanto empujón, tanta locura, tanta energía… a las dos canciones un par de tipos a torta limpia. Mera anécdota subsanada rápidamente por la gente de seguridad de la sala y por el mismo Isaac Holman que detuvo el show para que los implicados se pidieran perdón entre ellos argumentando que eso no debe pasar entre «hermanos de fiesta». Únicamente acompañados por guitarra y restos de una batería, amparados en la oscuridad del enorme escenario del Razz barcelonés, los hooligans defendieron a muerte su propuesta: She Grew Old, Girl Fight, Beauty Quest… y la gente de seguridad ya veía que iba a tener más trabajo para controlar a los músicos que al público.

 

Slaves

 

Como si no hubiera un mañana, los ingleses seguían escupiendo uno tras otro sus temas a la vez que iban despojándose de sus indumentarias dejando al descubierto sendos tatuajes. Cual metáfora de su propuesta musical, cada minuto que pasaba más simple, primitivo, sudoroso y bueno era todo aquello. Holman saltando del escenario importándole más bien poco si alguien iba a cogerlo,  Laurie Vincent más desatado que un guiri en San Fermín. La peña flipando y preguntando a grito pelado si habían traído discos para vender. La de gente que buscaría información sobre ellos al día siguiente. Porque no hace falta ser un gran crítico musical para entender que detrás de esa juventud y mala leche hay mucha calidad. White Knuckle Ride o Cease Fire son temazos infalibles, balazos «himnóticos» salvajes que te hacen vibrar.

 

Slaves

 

Reclamaciones a la altura de las circunstancias como su denuncia a Easy Jet (por lo visto les perdieron sus instrumentos), mucha empatía con el público, buena música y poca pose. Lo único malo: espabila a verlos porque ese directo no se puede aguantar más allá de los 25 años de edad. Demasiado bueno para ser eterno.

 

Crónica y fotos: Sergio Pozo