Deafheaven y Myrkur: todavía nos pita el oído

Deafheaven 2

2/3/16 Apolo [2], Barcelona

La velada empezaba con cambios: el concierto pasaba de la sala grande de Apolo a la pequeña. No es nada nuevo, es un clásico. A todo el mundo le flipa un grupo pero luego venden dos copias en cada tienda y poca gente acude a los conciertos. Eso sí, como mola decir que Deafheven son lo más. 

Expectación con Myrkur. Otra cosa de esas que no entiendo, había gente que venía a verla a ella y no le interesaba en absoluto Deafheaven, en fin… La danesa hizo un breve show de media hora con esa aura maléfica que tanto nos gusta a los metaleros oscuros. Ese rollo posesa mola, pero si la chica es una rubita y mona, encandila. Ya no te digo nada cuando se pone a berrear a los troncos esos que lleva como pie de micro, magnífico. Cierto es que la fórmula está muy explotada y que todo en general recuerda a fantasmas del pasado (llámase The Gathering, Within Temptation o Evanescence). Aún y con esas a mi me gustó y le voy a seguir la pista.

Myrkur

Mi cabeza y mis oídos aún están tratando de recuperarse, si los bulldozers tuvieran voz sonarían a Deafheaven. Los californianos, a pesar del jetlag del que se disculpó su frontman George Clarke (y no se hizo notar en ningún momento) empezaron dando ostias como panes que fueron recibidas con grandes sonrisas dibujadas en la cara de los asistentes. Los niños mimados de Pitchfork nos atraparon y nos dejamos atrapar al poco de sonar los primeros acordes. Un inicio un tanto irregular que empezó a encontrar su punto después de espetar cuatro temas. Deafheaven controla los tiempos y cambios de ritmo a la perfección. Una de esas bandas que consigue someterte tras un ataque brutal de grindcore para en seguida quebrar tu cerebro de forma brusca hacia ritmos más shoegaze o post-rockeros. Sin duda, van redefiniendo su estilo y explorando las distintas facetas del metal, no se estancan y eso es de agradecer. En numerosas ocasiones la banda ha declarado que no quiere encasillarse en nada, no necesitan disfrazarse de demonio para traer al mismo Satán al escenario.

Deafheaven

George Clarke tiene ya muchas tablas e imprime actitud a la puesta en escena, bailes espasmódicos que en ocasiones recuerdan a Ian Curtis y mirada fija a lo posesión infernal. Tengo que confesar que desde ayer soy más fan que nunca de Stephen Clark, bajista de la banda. Su temple transmite esa energía de los que se saben controladores del momento, impertérrito a los cambios, inmerso en su mundo desde el que observa en la distancia, siempre oscuro y en todo momento absorto entre sus 4 cuerdas. Otro punto clave en la banda es el virtuosismo del batería, Daniel Tracy. Es fuerza e intensidad, bendecido con esa capacidad que pocos músicos tienen para cautivar y convertirse en uno de los pilares del sonido de la formación, hace notar cuando se enfada. La adulteración que practica Deafheaven del black metal con otros estilos, sobretodo con el post-rock, los convierten junto a bandas del momento como Wolves in the Throne Room, en creadores de un nuevo estilo, un estilo propio. Deafheaven se posicionan en un tipo de grupo más asequible para aquellos espectadores que no vienen del mundo metalero más profundo, pero que sin duda cumplirán con las expectativas de los amantes de la música extrema.

The New Bermuda es un disco oscuro y pesado pero que sabe alternar fragmentos de melodías que lo hacen aún más impactante y emocional como pudimos comprobar en La [2]de Apolo. Desde luego es un directo más que recomendable, un concierto lleno de histeria que se nos hizo corto.

 

Crónica: Mario G. Ferrer y Sergio Pozo

Fotos: Sergio Pozo