Darío Adanti y Edu Galán son dos de los responsables de Revista Mongolia, publicación ácida y satírica que tiene en la situación político social actual un hilo argumental insaciable. Sin pelos en la lengua tratan de reírse de todo (bastantes penas tenemos ya…) sin casarse con nadie. Amantes de la música, han publicado Mongolia Mix Vol. 3; un recopilatorio que viene acompañado con un libreto hiper cachondo.
1-¿Cuál fue el primer disco que te compraste?
Darío: El primero fue en mi adolescencia y fue Little Creatures de Talking Heads. Mi madre siempre nos insistió que había que trabajar para tener nuestro propio dinero, y no me pasaba paga extra más allá de los gastos del instituto, así que empecé a currar ya muy joven, a los 15 años, pintando camisetas de rock para una tienda. Era el año 1986, y eran épocas en que la globalización no era lo que es hoy y no llegaba merchandising de rock a Argentina por lo que las tiendas de merchan de música y cómic contrataban dibujantes para que copiaran los dibujos de las camisetas que salían en las revistas. Me pagaban por camiseta y lo primero que me compré fue este disco de Talking Heads, en vinilo, claro, que todavía el cd no había llegado. Y una semana después me compré el Rain Dogs de Tom Waits. A los meses me encargaron una camiseta de Bon Jovi y me quedó tan mal que parecía Tina Turner… ahí se acabó mi trabajo pintando camisetas de rock…
Edu: Me lo compró mi abuelo Nicasio, y no era un disco. Era un cassete, porque yo soy mucho más joven que Darío Adanti, aunque no se me note. En una tienda de electrodomésticos que había al final de la calle Magdalena, casi tocando al Ayuntamiento de Oviedo. Qué rara era la época en la que la que te podías comprar música en las tiendas de electrodomésticos, ¿eh?. Pues entre lavadoras y neveras le vendieron al paisano la BSO de Batman de Prince y me la regaló. Yo era muy chantajista emocional y supongo que se la pedí porque a mi me gustaba mucho Batman: con esas edades no me puedo imaginar que me gustase Prince. Era casi una banda sonora experimental, muy sexy y muy loca. Me recuerdo viendo el vídeo musical con una coreografía de bailarines disfrazados de Batman y el Joker y flipando en colores.
2-¿Cuál es, para ti, la joya más preciada de tu colección de discos?
D: El Another Side de Bob Dylan y el On Fire de Galaxie 500 ambos en vinilo y comprados antes del feliz resurgir del vinilo de los últimos años.
E: El primer disco de Víctor Manuel, Víctor Manuel (Belter, 1969), firmado por Víctor Manuel, que me escribió “Para Edu, esta reliquia”, como disculpándose. Para mi es una reliquia como todas las reliquias, muy santa y muy querida, y muy agreste también. Tiene canciones emocionantísimas y de un nivel literario asombroso, “Mis recuerdos”, muchas de folkore, “La romería” o “En un portalín de piedra”, y otras que rozan la psicodelia protesta e inocente, como “El cobarde”. Es un disco al que también le tengo mucho cariño porque en su portada aparece Víctor tocando la guitarra, que es algo que no hace mucho y que debería hacer más.
3-¿Tu portada de disco favorita?
D: La portada de Little Creatures de Talking Heads, porque fue mi primer vinilo, edición argentina, además, y porque es un cuadro de un artista marginal que a mí me gusta mucho que se llamaba Howard Finster.
E: Me encanta la portada de Mariné de Cuándo se come aquí de Siniestro Total, porque es una relectura de los hermanos Dalton, unos personajes que siempre me han encantado, enlazándolos con la imageniría punk que llevaba en aquellos años Siniestro Total. Significa esa portada transgresión, delincuencia y, sobre todo, hermandad, tres valores que trato de llevar como bandera allá a donde voy.
4-¿Qué vinilo regalarías a alguien que se acaba de comprar un tocadiscos?
D: Le regalaría Doolitle de Pixies. Por más que es el tercer disco de la banda de 1989, es un clásico y dio origen a un montón de música que vino después. Por otro lado, las portadas de Pixies también fueron muy impactantes para los que vimos el surgir de la banda. No había portadas como las de 4AD en las bateas y la estética y el diseño del sello fue muy rompedor para la época. Dibujó lo que serían los ’90s, tanto estética como musicalmente, a finales de la década de los ’80s.
E: Ahora que acaba de cumplir 70 años, le regalaría el Everybody knows this is nowhere de Neil Young, que es un disco precioso para escuchar en un tocadiscos que te lleves a una casa de campo en medio de la nada. No hay cosa mejor en el mundo que ver atardecer y ponerse la canción que da título al álbum y sentir que estás ahí, en ninguna parte, pero cojonundamente.
5-¿Qué es para ti el Record Store Day?
D: Creo que es un gran incentivo para recuperar el comprar discos. El problema de las nuevas tecnologías, la cara B a todo lo positivo que tienen y que es mucho, es que la gente prefiere tener toda la discografía de un grupo aunque no la escuche en vez de tener un solo disco que disfruta y paladea… Hemos pasado de tener para disfrutar, a tener para acumular. Y cuanta más acumulación tengas, menos discos conoces. Pasa como con la información, la sobresaturación te desinforma. Por otro lado, se pierde el arte de portada, se pierde el tener las letras, el leer los créditos y saber quiénes colaboran, quienes lo han grabado, esa puerta a otras músicas que siempre ha sido el libro interior del disco. Amen de que hay que entender que para que alguien produzca algo, hay que pagarle su capacidad productiva, sino, la acumulación gratuita terminará por eliminar del mercado las opciones más minoritarias e interesantes y sólo quedarán los productos masivos construidos para ser consumidos pero sin originalidad y eso nos volverá una cultura estanca de consumistas de etiquetas pero no de contenidos.
E: El otro día estuvimos en Barcelona promocionando nuestro librodisco Mongolia Mix Volumen 3 y nos acercamos a Revolver Discos, en la calle Tallers. Yo venía un poco cansado pero solo con entrar en el local me mejoró el ánimo y me hizo volver a recordar lo importantes que son estas tiendas para mi bienestar, para volver a confiar en el ser humano. Frente a la cultura gratis y a la piratería y a aquellos idiotas que las justifican y que normalmente se dedican a cualquier otra cosa, todavía quedan pequeños gigantes que se mantienen y pelean, de ahí lo importante de apoyarlos. En mi mundo ideal existirían el día de Navidad o el Pilar, sino que se convertirían el “Record Store Day Mola Mazo” y el “Record Store Day Mola La Hostia”. Eso sí que serían unos días y unas horas felices, al acercarse en peregrinación a la tienda de discos a comprar vinilos en lugar de ir a misa a escuchar a un caradura contar mentiras peligrosas.