Clase, mucha clase: Nick Waterhouse

30/03/14, Music Hall, Barcelona

Domingo, ocho de la tarde. No es que esté mal, ni mucho menos, pero ya de salida te coge algo descolocado. El joven Nick Waterhouse presentaba su segundo trabajo, Holly, en la Ciudad Condal. 

La sala hasta la bandera y unas expectativas muy altas ante el fenómeno soul del momento. Con ese sold out uno pensaría que el californiano estaría eufórico y, ciertamente, el tipo va a lo que va. Nada de espectáculo superfluo, parafernalia o atrezo alguno. De hecho tanta sobriedad escénica provoca cierta frialdad rozando la falta de feeling con el respetable. Suena High Tiding y no hace falta ser muy intuitivo para ver con claridad que el joven tenía al público en el bolsillo desde el primer acorde, jugando todo a su favor. Un inicio pausado, con mucha clase. Que los temas de Waterhouse sean old school pero de creación propia es algo que sin duda juega a su favor. No por ello se quedó con las ganas de hacer alguna cover. Se arrancó con Ain’t There Something Money Can’t Buy de Young-Holt Unlimited y realmente aquello parecía un club clandestino de los 50 con todo el mundo ladeando sus caderas sin tregua. Siguió la maestría al ralentí con Say I Wanna Know y hubo un cambio de tercio con la llegada de Time’s All Gone con una demostración pavorosa de calidad por parte de la banda que escuda al californiano: bajo, batería, órgano, sección de viento (vaya sección de viento, enorme) y voz femenina a modo de coros con multitud de arreglos con la percusión. Uno de los temazos de Holly, Dead Room te invita a bailar sin concesión. Nick WaterhouseY Nick conectado al 100% con su propuesta y tan aparentemente desconectado del público presente. Timidez, introspección, profesionalidad. Difícil de concretar. Sin tregua alguna la descarada This Is A Game y el sudor del promiscuo Nick que se solidarizaba con el de los presentes que no paraban de contonear sus caderas sin piedad. I Can Only Give You Everything, Holly, It No.3 (pedazo de coros), Raina y Sleeping Pills  no hacen más que confirmar que la calidad de su Big Band es sublime. Una exactitud y compenetración exquisita que te obliga a quitarte el sombrero ante esa sobriedad musical. Nadie duda que (If) You Want Trouble y Some Place de su primer álbum de estudio Time’s All Gone son ya dos clásicos. Sin duda, fue en este momento en el que la gente más enfervoreció y cuando el californiano llegó a unos registros vocales inauditos, con un groove y un sentimiento vintage realmente mágico. Apenas un par de minutos de descanso y cierre por todo lo alto con Is That Clear y Pushin’ To Hard con momentos con claros guiños al jazz.

 

Satisfacción por lo presenciado, siempre con la duda del porqué de su falta de empatía y aparente frialdad (no será por la reacción y los halagos del público), vista en el retrovisor del mejor soul y rhythm & blues, gracioso parecido físico a Buddy Holly y una pregunta en el aire ¿será posible ver a Nick Waterhouse en el futuro en una sala tan pequeña? Todo apunta a que dará el gran salto.

 Crónica y fotos: Sergio Pozo