11/09/15 Bóveda, Barcelona
Estos conciertos me ponen muy burro. Así os lo digo, sin tapujos. Las cosas a veces son más fáciles de lo que parecen. Metal, actitud, caña… sin más pretensiones que dejar claro que hay gente que no está en esto por postureo. El aniversario de Rockzone está siendo de lujo. Quizás no sea objetivo o quizás lo sea más que nadie. En parte, mucho de lo que sé de música me lo enseñaron ellos en sus páginas así que es de bien nacido ser agradecido. Una vez más organizaron un buen sarao.
Empezaron la velada This Drama, víctimas de una sala fría y con poco público. El inicio del concierto fue complicado pero a base de insistir y no dejarse amedrentar pusieron las cosas en su sitio.
Con el calentamiento hecho, Wilderness (antes conocidos como Oblivion) lo tenían más fácil. Su directo fue brutal, amenazante, bestial. Su stoner asesino hardcoriano es delictivo. Ese bajo me puso los pelos de punta en varios momentos del concierto, esos gritos sin micro, esas patadas al aire, esos paseos por la barra del local: en el Paleolítico eran más tranquilos. No bajaron la guardia en ningún momento y ofrecieron un show despiadado y muy profesional. Me pillo el vinilo sí o sí y me declaro fan vuestro. Animales de bellota en estado puro, enamorado me habéis dejado.
¿Alguien ha presenciado un directo flojo de los canadienses? Pues hoy no iba a ser el primer día. Menuda manera darlo todo desde el primer segundo, metal y movida de la buena. True Zero y todo patas arriba, continuos circle pit, y un público que esta vez pudo gozarlo sin problemas. Igual que en otras ocasiones he criticado la gestión de la seguridad de la sala, en esta ocasión les felicito.
Con ese buen rollo y la actitud de los Cancer Bats sólo quedaba dejarse llevar y disfrutar a tope, porque eso sí, los tíos tocan poco menos de una hora. Alabanzas de Liam Cormier hacia nuestro país y la revista Rockzone y un final de infarto con una cover de Sabotage de los Beastie Boys que siempre es de agradecer. Nunca digas no a un bolo de los Cancer Bats, te arrepentirás.
Crónica y fotos: Sergio Pozo